Un pañuelo dibujando sonrisas, en cada uno de los que somos parte de un baile hecho tradición con sentimiento, hemos celebrado cincuenta años de sentir al corazón saltar con cada marinera, el mismo corazón que se infla de orgullo para contarle a todo el país, a todo el planeta, que somos un Trujillo con marca inédita de clase, en un estilo único en el mundo, que es de sangre, que es de amor al suelo, que nos da casa con Primavera, a diario para vivir.
Mario ha dicho, la hija de mi primo, Ximena, es ingenua, imagínate llegar a esta fiesta con ‘’ese’’ hombre, es como si me hubiese dicho que no se quiere así misma, te pido un favor hijo, busca la manera inmediata de esa idea preciosa, de verte a su lado, de que sonría contigo.
Más de que cada mujer que no ha pasado desapercibida para nada, más de cada traje blanco que se ha manchado con deseo, más de cada mirada encontrada, con un trago, con piernas cruzadas, con lentes de sol, con labios o uñas a lo rojo, con gestos de inmensa sensualidad.
Alfredo ha dicho, la mujer tuya, Sofía, es increíble, ejemplo para todas que deben ser como ''esa'' mujer, cada mirada de ella es mucho más que cada mejor detalle que pueda entregar, hazla feliz a cada momento pero róbale todo, porque es todo en ella, tan perfecto.
La fiesta blanca, de una noche con ciento veinte horas felices, de un cuerpo que ha festejado hasta el cansancio, de cada conversación para criticar, para rajar rico, para pensar e imaginar que es o que sería mejor, pero sobre todo para sentirme orgulloso de ser Trujillano.
